
No es aún mi momento de retiro en Lawrence, ni de dejar de mover mis tabletas de codeína; las estadísticas están para romperlas y las posibilidades son muchas. Mi corbata negra, mi camisa blanca y mis zapatos Ferragamo; pétalos de muñecas perfumados en mi cartera de piel de bicho protegido, mi sacacorchos preferido en la botella del Vega robada, con el pulso acelerado y las tripas de un mal cabrón las veinticinco horas que puede durar el día, no te miento si te apunto que puedo contar hasta treinta y seis horas en uno solo. Estoy de pie junto al coche de otro y con la música en otra parte; ayer la vi, fue al entrar en casa, tiene un apartamento en la parte alta de la ciudad, llegué con éste coche robado, estaba a cuatro patas lanzando pequeños gemidos, casi pregunto por el dolor, puta, textura de la piel, la agarraba de las muñecas tirando de ellas con ritmo mientras ella templaba ese culo que me vuelve loco, tenía una erección potente, torcida, era enorme la polla de aquel perro jadeante. Se la metió de un solo movimiento de caderas, cerré los ojos al oír su grito, agarré mi pistola, mi propia erección, y la Cold Stainless 9, pero di un paso atrás; ahora se la follaba con violencia, le daba sacudidas vehementes y ella se retorcía, en arrebatos locos recorriendo la verga del bendecido con suerte aquel, me quedé mirando un poco más, se la metió por detrás, despacio la polla entera en el recto de ella, se lo pedía a gritos; a mi me costaba convencerla, tenia que hablar de ello tres días antes, acostumbrando a sus tetas a no ser visitadas. Era la misma escena que el Cordell de Mosley vio cuando decidió matar a Fry, pero era mi novia, y el hijo de los cuernos era yo, casi me mareo de pensarlo; yo quise matar a los putos Fry y Cordell, que les den, me gustaba la negra y ahora entraba el sol por mi puerta de atrás, jadeaba como una maratoniana la puta, me solté un poco la corbata… Me aleje de la pesadilla aquella: mi novia abierta, y yo un asesino; pero salí de allí con la picha dura, casi me vuelvo para ver como la follaba, el morbo o su puta madre, cerré la puerta, otra asquerosa causa pendiente.
Y son las seis de la tarde y Jose sin venir, me reclino sobre la puerta del coche, ésta mañana no salió bien lo del banco, demasiados nervios sin cocaína en mi pellejo y Ella con la puta adrenalina por las nubes, no se pone pero necesita el dinero y sé que le gusta esto, preparar la cosa, notar los nervios en el estomago sólo de pensarlo, entrar en la sucursal “la flores exquisitas” llenas de pasta y sentar a todos en el suelo, sin gritos, en una orden, las recortadas mandan, lo saben y Ella se mueve como una posesa dragona al sol, lo noto en su forma de moverse, de mirarme antes de entrar con los ojos abiertos por encima de las cejas, relamiéndose de la subida de adrenalina. Una niña pequeña, un bebé, lo estropeo todo al empezar a llorar, Jose no puede con eso, le bajó el uniforme, el pasamontañas se le arrugó y mi escopeta hizo el recorrido de vuelta, la tenía casi fuera del saco, con un ligero movimiento me dijo que no, yo lo supe antes, salimos y al coche, lloraba del subidón; se lo dije _ eres una puta sentimental de los cohones. Sí, decía. _ Ya lo sé joder.
Sigo esperando, tarda un poco pero aún está bien la hora taciturna; seguro que está con Martin, es su mejor amigo, de los autenticos, contándole lo del banco. Él no quiere saber nada de esto, es un tipo legal, pero si sabe en los corrales arrabaleros que andamos, el lodazal; después cuando me ve de gentleman me sonríe, cosas del oficio, no se puede ser un calavera todo el tiempo, ya lo dijo Boniato: en el comedor, seis tenedores; en el infierno diecisiete escopetas y un ladrillo para sentarse a descansar.
Me estoy calmando a tragos, los mismos que me bajan por el gaznate con sabor a Nolotil, me tomé dos ampollas en medio vaso de agua, amortiguan mi agresividad pasiva y no pienso en lo de ayer, ahora tampoco, las manzanas volando por el luminoso cartel de la joyería me lo impiden y el dulce amargor es tibio; la vecina de mi madre tiene cincuenta años en la flor de su vida, nos conocimos una tarde cuando tendía las ropas recién sacadas de la lavadora, quería conocerme, éstas chorreaban pues ni centrifugado les propinó; me saludó con las pestañas, tiré el cigarro para no parecer mal educado y le dije que tal? Pues fue su maravillosa falda de cuadros moldeando su espectacular culo de mujer en faltas de dos colores la que me contestó, me alzo un poco más sobre el coche, la mano izquierda en el bolsillo, yo guardo para la izquierda y me toco, y me hago un cine flipando como le cubrí el clítoris con un poco de coca y se lo acaricié hasta ponerme el dedo arrugado como una pasa dentro de un baño de agua, los gritos de la guayaba se los mordí con mi oronda poll…. Alguien me toca el hombro ahora mismo, abro los ojos y otro goterón me resbala por la garganta aplacando la escena de mi novia emperrá con el de Archidona.
_ ¿Éste coche es suyo? Me pregunta el tipo mientras me enseña la placa de inspector de policía; algo que yo sabía, un coche robado es útil trece horas, después es un gato negro. _ No, le contesto recogiéndome el pantalón abultado por las pinzas, no es mío el maldito coche; estoy esperando a una amiga y me apoyé en él, eso es todo. Claro que no me creyó, quería saber que demonios estaba haciendo frente a la joyería tanto tiempo, que si esperaba al cómplice, me soltó el bolindro cascado éste. Se fue para la joyería y el dueño de la misma, que le había llamado por teléfono, se le notaba en la carita de diamante opaco que tenía, ya le esperaba en la puerta, hablaron un momento y vino de nuevo para mi coche robado.
_Tiene que irse usted de aquí ahora mismo, soltó. Ya, y usted también.
_Le doy cinco minutos.
_ ¿Para qué jefe, en cinco minutos podría ocurrir todo?
_ Déjese de decir chorradas, tengo que atender un asunto muy importante, quiero que se largue de aquí, y eso hará.
_Bien bien, vaya usted a su casa, su esposa no creo que esté en malas manos. Me da un rodillazo en lo que hasta hace un momento estaba vivo y se larga, no sin antes murmurar que se queda con mi cara. Doblado veo llegar a Jose, al menos no ha visto nada, gafaría el plan. A los trabajos hay que ir con el alma en positivo, tragando otro goteo de fármaco me pongo muy filósofo, no pienso en nada, pero a metafísico creo que no hay quién me gane.
_ ¿Éste coche es suyo? Me pregunta el tipo mientras me enseña la placa de inspector de policía; algo que yo sabía, un coche robado es útil trece horas, después es un gato negro. _ No, le contesto recogiéndome el pantalón abultado por las pinzas, no es mío el maldito coche; estoy esperando a una amiga y me apoyé en él, eso es todo. Claro que no me creyó, quería saber que demonios estaba haciendo frente a la joyería tanto tiempo, que si esperaba al cómplice, me soltó el bolindro cascado éste. Se fue para la joyería y el dueño de la misma, que le había llamado por teléfono, se le notaba en la carita de diamante opaco que tenía, ya le esperaba en la puerta, hablaron un momento y vino de nuevo para mi coche robado.
_Tiene que irse usted de aquí ahora mismo, soltó. Ya, y usted también.
_Le doy cinco minutos.
_ ¿Para qué jefe, en cinco minutos podría ocurrir todo?
_ Déjese de decir chorradas, tengo que atender un asunto muy importante, quiero que se largue de aquí, y eso hará.
_Bien bien, vaya usted a su casa, su esposa no creo que esté en malas manos. Me da un rodillazo en lo que hasta hace un momento estaba vivo y se larga, no sin antes murmurar que se queda con mi cara. Doblado veo llegar a Jose, al menos no ha visto nada, gafaría el plan. A los trabajos hay que ir con el alma en positivo, tragando otro goteo de fármaco me pongo muy filósofo, no pienso en nada, pero a metafísico creo que no hay quién me gane.
Por fin llega, lo sabía, viene de verlo a Él, trae los labios pintados de negro rabioso y masticando chicle, y me está sonriendo desde lejos aún, me llamará cabroncete y le contaré mi nuevo plan. Viene con el enano enganchado a la gaseosa de P. Tinto, un gorrón marciano que se llama Kas, no le doy una patada nada más llegar por que será nuestro chófer; llega y me llama monstruo el idiosincrásico éste, Jose me da un beso casto, así que de mala leche otra vez, treinta horas al día no hacen daño, pienso en la cara del Eastwood, siempre en la brecha mi mala imaginación, las ampollas en el estomago suprimen a las mariposas del acojono y al subirnos al coche el cafre pequeño se da un eructo que ni en la película, le miro con desprecio y se muere de la risa, mejor no recordar a mi novia otra vez, me acomodo en el asiento delantero y explico el plan con los sentidos abotargados que hacen que el dichoso trabajo me suene a gloria bendita de esquinas meadas.
Vamos en la dirección del picadero más peligroso del Madrid de Marta Sánchez, mancharnos los zapatos italianos me impone, pero es la única salida, y mira que me da no sé qué, un tipo con clase como yo en las aguas quietas de los charcos, cuando miro a todos por encima del hombro, como encabronado por no tener lo que ellos tienen, al menos una amante no puta; pero ahora no importa tampoco esa vaina, todo va sobre ruedas.
_Jose, sacamos las recortadas que impresionan más a los chorizos éstos, deja la pistola en el auto. Conozco la contraseña para entrar, hoy llega una buena comanda de blanca y el Brasas está cargado de dinero, nos llevamos todo lo que podamos ¿De acuerdo?
_ Si, hombre, no pasará lo de ésta mañana, seguro, ahora estamos en racha, nunca desperdiciamos dos trabajitos, lo sabes muy bien, así que nada más, entramos y tu hablas, yo cojo la mierda y el parné, no “problem”
_ Deja de hablar en ese idioma, le suelto, no quiero malas interpretaciones coño.
Se sonríe y me explosiona una pompa de chicle en la cara, treinta y dos horas, joder, la miro y está buena Jose, ¿Sexo con Jose? No lo sé, ella siempre me dice lo mismo, vete al carajo, no profundiza. Si lo hacen las ampollas, me tomo un valium 10 mg. para no dudar en el gatillo de la escopeta y se lo vuelvo a preguntar, me estampa otro globo con olor de bazooka ciber chicle y miro para otro sitio, es de noche. Entraremos cuando esté la bombilla de la fachada encendida, el tío la tiene puesta encima del número de la calle, es una casa de una planta, esa es la señal: Apagada, no entres; encendida: No hay moros en la costa... Y los narcos vienen con la carga, cogen el dinero y se largan, debemos entrar antes que ellos. Jose, ya sabes, te pegas a mi espalda controlando hasta las moscas y entramos de un tirón, y tu mamón gaseoso... (no sé por qué no te traes la próxima vez al Usillos chica, le digo a Jose, anda que cuándo en otra, mira que venirte con éste herniado, y después más tacaño que una rata, no da ni ostias y hoy se va a llevar una cuarta por el morro), deja de sonreír loco, tu mantén el coche arrancado, salimos del Brasas y nos largamos plantando monos. Carga los cartuchos chica y toma el pasamontañas, tira el chicle, toma uno nuevo, dame un trago.
_Jose, sacamos las recortadas que impresionan más a los chorizos éstos, deja la pistola en el auto. Conozco la contraseña para entrar, hoy llega una buena comanda de blanca y el Brasas está cargado de dinero, nos llevamos todo lo que podamos ¿De acuerdo?
_ Si, hombre, no pasará lo de ésta mañana, seguro, ahora estamos en racha, nunca desperdiciamos dos trabajitos, lo sabes muy bien, así que nada más, entramos y tu hablas, yo cojo la mierda y el parné, no “problem”
_ Deja de hablar en ese idioma, le suelto, no quiero malas interpretaciones coño.
Se sonríe y me explosiona una pompa de chicle en la cara, treinta y dos horas, joder, la miro y está buena Jose, ¿Sexo con Jose? No lo sé, ella siempre me dice lo mismo, vete al carajo, no profundiza. Si lo hacen las ampollas, me tomo un valium 10 mg. para no dudar en el gatillo de la escopeta y se lo vuelvo a preguntar, me estampa otro globo con olor de bazooka ciber chicle y miro para otro sitio, es de noche. Entraremos cuando esté la bombilla de la fachada encendida, el tío la tiene puesta encima del número de la calle, es una casa de una planta, esa es la señal: Apagada, no entres; encendida: No hay moros en la costa... Y los narcos vienen con la carga, cogen el dinero y se largan, debemos entrar antes que ellos. Jose, ya sabes, te pegas a mi espalda controlando hasta las moscas y entramos de un tirón, y tu mamón gaseoso... (no sé por qué no te traes la próxima vez al Usillos chica, le digo a Jose, anda que cuándo en otra, mira que venirte con éste herniado, y después más tacaño que una rata, no da ni ostias y hoy se va a llevar una cuarta por el morro), deja de sonreír loco, tu mantén el coche arrancado, salimos del Brasas y nos largamos plantando monos. Carga los cartuchos chica y toma el pasamontañas, tira el chicle, toma uno nuevo, dame un trago.
La espera se hizo larga, dos horas de Seroxat 40, risas del microscópico mamón y Jose meando en la trasera del coche para mi desesperación y puro placer del marragatos chófer. Por fin se encendió la luz empujada en el casquillo blanco y nos fuimos para la entrada. La casa estaba resguardada de la calle principal por una pared de media altura que no dejaba entrever casi nada de la fachada, sólo la parte superior, la bombilla, era el diseño. Llamamos a la puerta marrón y yo estaba sobre lo cierto, esperaban noticias blancas; nada más descorrer el pasador di un empujón sobre la madera portal y el Brasas, estaba solo, cayó boca arriba con los ojos muy abiertos y las manos pidiendo una explicación:
_Calla, ni se te ocurra gritar, levanta y anda. La mesa estaba llena de tabaco, de plásticos y dos navajas que rápidamente me guardé en la chaqueta. El gordo, nervioso perdido, miró una cartera negra que había en el sillón, era el dinero, se sentó y la cogió. Le dije que me la diera; Jose detrás cerrando la puerta. Anda gordito feliz, dámela; la dejó caer junto a Él en el suelo, en una banqueta detrás de la mesa estaba ya la cocaína, un saco de un kilo al menos, llamaron a la puerta y mi escopeta soltó un cartucho de plomos que fueron a incrustarse en la pared del arco que separaba las dos estancias, un ruido sordo me sacó de los valiums, _ Jose, coge tu la bolsa, vamos, yo aguanto al que quiera entrar; ahí, en el suelo, coge el dinero, la bolsa de cocaína y nos largamos pegando tiros.
_¡Ya! me gritó, ¡Vámonos! Abrí la puerta y no había nadie, salimos corriendo y nos metimos en el coche ¡Arranca de aquí, venga! A toda pastilla por el barrio de la muerte, el fango en la distancia, me intentaba relajar, Jose descolorida, follable, con los labios llenos de sabrosa saliva de mujer limpia, empezamos a reír, yo la primera vez en dos días, Ella, no había parado de hacerlo en las mismas horas.
_Calla, ni se te ocurra gritar, levanta y anda. La mesa estaba llena de tabaco, de plásticos y dos navajas que rápidamente me guardé en la chaqueta. El gordo, nervioso perdido, miró una cartera negra que había en el sillón, era el dinero, se sentó y la cogió. Le dije que me la diera; Jose detrás cerrando la puerta. Anda gordito feliz, dámela; la dejó caer junto a Él en el suelo, en una banqueta detrás de la mesa estaba ya la cocaína, un saco de un kilo al menos, llamaron a la puerta y mi escopeta soltó un cartucho de plomos que fueron a incrustarse en la pared del arco que separaba las dos estancias, un ruido sordo me sacó de los valiums, _ Jose, coge tu la bolsa, vamos, yo aguanto al que quiera entrar; ahí, en el suelo, coge el dinero, la bolsa de cocaína y nos largamos pegando tiros.
_¡Ya! me gritó, ¡Vámonos! Abrí la puerta y no había nadie, salimos corriendo y nos metimos en el coche ¡Arranca de aquí, venga! A toda pastilla por el barrio de la muerte, el fango en la distancia, me intentaba relajar, Jose descolorida, follable, con los labios llenos de sabrosa saliva de mujer limpia, empezamos a reír, yo la primera vez en dos días, Ella, no había parado de hacerlo en las mismas horas.
Déjame ver lo que has cogido, dame. Sólo tenía una mariconera vacía en las manos, dejamos de reírnos, no pudo alcanzar la cocaína, el gordo se lo impidió en el último momento y de las dos carteras que había en el suelo, cogió la que no tenía nada, me puse de color verde y pálido como una vomitona de leche, la miré y el enano riéndose. No sé lo que le dije, perdí la noción de todo lo que me rodeaba. Ella hablaba de novios muy legales, que me partirían la boca si no me callaba de una puta vez, me enseñaba la foto del último novio que me partiría la cara si no lo hacía, era el mismísimo cabrón que se follaba a mi novia por las tardes, yo berreaba; fuera del coche me dio una patada en los mismísimos testículos, dejó los huevos atrás, caí al suelo y el enano me meó toda la espalda descojonándose de la risa; no le dije nada del putón que tenía por novio, cada uno es feliz a su manera y yo como pude me levanté y me fui a casa de mi novia, un verdadero tipo con clase, a llorarle un rato.

Me matas Francisco, me matas con el texto, impresionante esa imaginación tuya.
ResponderEliminarHas sido todo un caballero por comerte todas las ostias tú, jejeje
Vamos me he quedado sin resuello leyéndolo, jajjaa
Un beso primillo
Te quiero muchísimo.
PD: me ha hecho mucha gracia que la Jose estaba follable pero te dió calabazas y lo del chiclé es... bueno , eso ya le lo contaré otro día, pero vamos calcado, jejejjej
Llego aquí a través del blog de una amiga, me gusta lo que leo.
ResponderEliminarCurioso relato.
un saludo
Por la mitad del relato comenzó a sonar Mein Heir... Hace un par de días hablé con alguien de las ganas que tenía de volver a ver Cabaret, pues hace tropecientos años y... bueno, que tuve un capricho. Y ahora en tu casa me encuentro a la gran Liza, que hace que se me vaya la olla, menos mal que ya te leí por la mañana en lda.
ResponderEliminarPues como siempre, genial, original, bestial, y todos los -ial que le quieras poner. Una mezcla de personajes en tu línea delirante habitual.
Nada que me voy al ritmo de la Chica de Ipanema. El texto fantástico Francisco pero la música hoy en tu casa... me quedo si no te importa a escucharla toda.
Un beso
Tengo al Mosley ahí en puertas justo detrás de la segunda entrega del Charlie Parker de John Connoly; pero lo tuyo tiene delito, nunca mejor dicho. Has jugado con todos los elementos de lo negro, un poco caótico sí, pero espectacular. Es tu estilo. Me gustan estas historias de perdedores, son héroes cercanos que siguen navegando en las ciénagas a pesar de los mazazos y los naufragios. Excelente amigo Gabacho. Salud Francisco.
ResponderEliminarImpresionante...
ResponderEliminarEs que me deja sin palabras la variedad de tus registros como escritor, eres fascinante, ni siquiera puedo aprender de ti, no se te puede imitar ni un poquito ¡Rayos!
Te dejo besos...
Por cierto ayer me dejé puesta tu radio mientras hacia chapuzas en la cocina, me ha encantado...
ResponderEliminarPara leerte la quito porque no puede concentrarme ajajja (Soy de las que no puede masticar chicle y caminar al mismo tiempo) Pero tienes una músiquita chévere…
Ya te lo he comentado tropecientas veces, pero como eres un capullo integral, y pasas de mis comentarios,no se si mandarte a cagar o directamente incendiar tu blog.
ResponderEliminarMe lo pienso, sin embargo, y opto por otra vía y, por enésima vez, te toco un poco los güevos (metafóricamente, aunque ya se que bien te gustaría que hubiera más realismo y menos metaforismo, pero te jodes) y te dejo otro comentario. Ahora vas, y lo vuelves a mandar a la puta papelera. Y me vuelvo a cagar en tus muertos, jodio.
Estaba viendo yo ayer tarde los intocables de Eliot Ness y, ya que estaba, seguí con El Halcón Maltés (tengo que releer la novela, por cierto) y claro, me acordé de tu dislate en black.
Te sales, te creces, te vuelves enorme y nos dejas chiquitos a tus lectores. Brutal, provocador como siempre, divertido y original hasta la médula, caótico y jodidamente bueno.
Me gustaria verte escribir. Seguro que entras hasta en éxtasis. Se te tiene que poner más dura que cuando (te jodes) enculan a tu novia, o bueno, a la novia de tu protagonista. Y volviendo a él, me ha encantado tu antihéroe, se las dan todas pero incluso en su indigencia, se levanta con la poca dignidad que le han dejado y se sacude el polvo como diciendo "bueno, ¿por donde estábamos?". Genio y figura.
Besos retorcidos hasta en las pestañas, un par de patadas en las espinillas, y una nueva tocada de güevos, pá que no se diga.
TE quiero, franchute, a pesar de que no te lo mereces ni un poco.
Estoy en venir a contestaros, lo lograré, me lo dice el alma.
ResponderEliminarUn beso y que seáis buenos.
Alucinante, dices que echas de menos mis letras, pues después de leerte no tardarán en fluir, si pudiera ahora mismo...
ResponderEliminarYo estoy bien, con ampollas en el estómago, jeje.
Un beso amigo.
Me atrapó la historia. El final se lo tienen merecido, demasiado viciosos todos Fran, estuvieron cerca pero los perdió su propia locura creo.
ResponderEliminarUn abrazo